domingo, 15 de enero de 2012

Motivos para la esperanza

En primer lugar, quiero saludar a todos los profesores de Religión, e incluso a los que no lo seáis, que vais a seguir, habitual o esporádicamente, este blog. Creo que es un medio muy eficaz para mantenernos en contacto y para enviar y recibir información. Así pues, saludados quedáis. Y ahora, mi primera reflexión en el blog.
Nada más ser nombrado el señor José Ignacio Wert como  ministro de Educación, los periodistas empezaron a escribir sobre él. Que si tantas titulaciones, que si tantas colaboraciones con  empresas, que si tanta experiencia en sitios importantes y no sé cuántas cosas más. Y, digo yo, todo eso está muy bien, pero a mí me no me acababa de suponer gran cosa. Porque, estaréis de acuerdo conmigo, un gran curriculum no garantiza que las cosas se hagan como Dios manda. Hartos estamos de sufrirlo en nuestras carnes de profesores de Religión. Por eso decidí informarme un poco más sobre su pasado. Y descubrí algo que es lo que me ha dado pie, espero que no de manera ingenua, a titular  esta reflexión tal y como lo hecho. Motivos para la esperanza.


Pues sí, el señor Wert tiene un pasado bastante interesante, por lo menos para mí, más allá de sus méritos puramente académicos y profesionales. Formó parte de la Democracia Cristiana, allá en los ochenta, para pasar después a al Partido Popular. ¿Y esto es garantía de algo? Pues, en teoría, debería serlo. Y más si pensamos que compañeros suyos en aquel viaje político fueron personas como Jaime Mayor Oreja y Javier Rupérez. Estos dos señores han defendido como pocos la democracia en España. Pero no de boquilla ni con palabras huecas, no. De verdad, porque defender la democracia de verdad, en serio,  implica, entre otras cosas, defender la dignidad de la persona humana, garantizar la libertad religiosa y tomarse en serio el derecho de los padres a educar a sus hijos como ellos consideren oportuno. Con pasión y con la verdad por delante. Como han hecho ellos en innumerables ocasiones. Y, por su fuera poco, aún tienen tiempo para acudir a los Congresos de Católicos y Vida Pública para explicar a quienes quieran escucharlos, que cada vez somos más, por qué la Doctrina Social de la Iglesia es lo que es, es decir, camino para el hombre.
Así que, señor Wert, bienvenido sea. No le deseo suerte, porque la suerte es para los que no saben. Usted, según parece, sabe. Mucho y de muchas cosas. Por lo que a nosotros, profesores de Religión, respecta, nos bastaría con que supiese de educación. Por suerte, su curriculum nos lo confirma. Aunque, bien pensado, no nos bastaría con eso. Nos gustaría que supiese también de lo humano. ¿Algo nos puede confirmar que sabe de esta complicada ciencia? Su pasado, evidentemente. Su pasado y el ejemplo de otros a los que usted debe de conocer bien. 
Ánimo, señor Wert. Los profesores de Religión esperamos mucho de usted. Y cuando digo mucho no digo privilegios. Digo, simplemente, pasión por la verdad y por el hombre. Motivos para la esperanza.