sábado, 28 de enero de 2012

Antropología, Educación y la ocurrencia de la Secretaria de Investigación

Tras hacer una lectura superficial del Alfa y Omega de esta semana, hay dos cosas que llaman poderosamente la atención del profesional de la enseñanza, especialmente del dedicado a la enseñanza religiosa.
La primera es una reflexión hecha por Juan Antonio Gómez Trinidad, antiguo Portavoz de Educación del Partido Popular y al que muchos señalaban como candidato más que seguro para ocupar el cargo de Ministro de Educación (¿por qué no habrá sido el elegido?). Afirma que el fallo fundamental del sistema educativo que hemos tenido (sufrido, digo yo) hasta ahora es de índole antropológica. Este fallo consiste en concebir al hombre como bueno por naturaleza. Las consecuencias de este error las hemos podido constatar los profesores de Religión año tras año, y no sólo por experiencia sufrida en nuestras propias carnes de docentes en forma de disparates educativos, sino porque cuando explicamos el concepto de persona a nuestros alumnos volvemos, una y otra vez, al relato del Génesis, bastante más lúcido y sincero en este sentido (y en todos) que estas teorías roussonianas tan dañinas para la convivencia social en general y para la educación en particular.
La segunda cosa que llama la atención es un artículo firmado por Justo Aznar, prestigioso especialista en Bioética donde los haya. Es difícil no sentir al leerlo vergüenza ajena e indignación al mismo tiempo. Por supuesto, no por lo que dice, sino por lo que dice que ha dicho otra. Refuta con rigurosos datos científicos una afirmación hecha hace tiempo por la actual Secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela, afirmación que se ha atrevido a repetir ahora, y que hizo fortuna por boca de la inefable Aído. Ya sabéis, el embrión humano es un ser vivo, pero no un ser humano. En definitiva, una sentencia antropológica, como la de Gómez Trinidad. Sentencia de muerte, pero sentencia al fin y al cabo.
Y digo yo, ¿no es evidente la distancia insalvable entre la forma de concebir a la persona que tienen Gómez Trinidad y Carmen Vela? Porque mientras uno se inspira en el más puro personalismo cristiano, la otra hace suyas las teorías utilitaristas más en boga. Lo raro del asunto es que ambos no han coincidido de milagro en el mismo gobierno (ya he dicho que Gómez Trinidad estaba llamado a ser Ministro de Educación). ¿Alguien lo entiende?
Uno, en su humildad, y como profesor de Religión que es, no ve para este asunto más solución que pedir a Dios que ilumine de forma especialmente intensa las mentes de algunas personas. Y, por supuesto, rezar para que Wert, el que sí es Ministro de Educación, elija a sus secretarios con más acierto que el que ha tenido quien haya elegido a la señora Vela.